26 junio 2015

Simple.

Silba el viento que te escucha, cuando todo lo que suena es el agua del fondo del océano, quieta. Así pasa el día, con quietud, sin pasar. Intentas agarrar el aire y se te escapa por apenas unos milímetros, quizás la próxima vez.

Muerde el calor tu nuca, cuando pasas desapercibido. Cierras los ojos y miras a todo al que se acerca, y nunca saben que así observas mejor, desde una cercanía peligrosamente lejana.

Peligran los sentimientos positivos, cuando los sientes; peligran los optimistas; peligra mi idealismo, a veces, y otras se salva con la armonía de tu existencia sobre un mundo demasiado grande. Y aún así, parece diminuto. Y este su ambiguo, relativo y dual tamaño, me, te, nos entrega, la capacidad de concebir todo y nada al mismo tiempo, y de ser felices juntos y separados, y de experimentarlo todo aun quedando mil experiencias sin vivir.

 Y de simplemente ser, de ser simple.