24 noviembre 2013

Día 103 fuera de casa.

Tenía unos ojos de esos que si te quedabas mucho rato mirando, el corazón te latía más despacio. Sí, más despacio, porque el mundo se detenía, y solo existían sus ojos, nada más que sus ojos. Podías ver el otoño en ellos. Podías ver las hojas cayendo a cámara lenta. Podías ver cómo las ramas de los árboles se iban quedando más desnudas, cómo el viento las empujaba y cómo se movían, casi simultáneamente, mientras se dejaban  mecer. Podías ver el agua de aquel arroyo bajar por la montaña. El musgo en las rocas. Podías ver las luces de la ciudad en aquellos ojos. La vida de las calles de Madrid por la noche. Podías ver la lana abrigando los cuellos en invierno. Y dos manos rozándose por primera vez. Un libro nuevo abriéndose por la primera página. Tu pelo trenzándose. Los dedos de alguien impaciente golpeando una mesa. Una lágrima reprimida. Gritos de inconformismo. Llantos de desesperación. Podías ver tantas cosas... Por eso, aquella noche, cuando se fue a dormir por última vez, el mundo perdió un otoño, y las calles ya no volvieron a brillar.

22 noviembre 2013

Día 101 fuera de casa. Parte II.

¿Y si todo acabase mañana? ¿Y si todo acabase esta noche? Dime, ¿estarías satisfecho con lo que has hecho hoy? Porque puede, puede acabarse mañana. Puede acabarse esta noche. Puede acabarse ahora mismo. Y qué es la vida, os preguntaréis. Y qué es la vida, me pregunto. Ni siquiera podemos afirmar con seguridad que estamos viviendo. Ni siquiera sabes si volverás a despertarte mañana. Necios. Todos necios. Creyéndonos reyes de un mundo que ni siquiera es nuestro. Un mundo que igual ni siquiera existe. Creyéndonos propietarios de nuestras vidas, que no son nuestras, que ni siquiera son vidas. No sé si me explico. Que dejéis de ser y empecéis a ser. Que dejéis de poseer y empecéis a poseer. Que dejéis de vivir y empecéis a vivir. Que cumpláis vuestros sueños hoy, porque igual mañana ya no son sueños, igual mañana ya no soñáis. Malditos necios.

Día 101 fuera de casa. Parte I.

Pongamos las cosas claras. Pongamos claras las cosas. No quiero pecar de atrevimiento, pero me atrevo a decir que sé lo que pasa realmente dentro de ti. Llámame mentirosa, acúsame de paranoica, táchame de bocazas; pero creo y solo creo que creo conocerte bastante bien. Creo y solo creo que no eres así. Creo y solo creo que estás tan mal como yo. Creo y solo creo que estás perdido y buscas encontrarte. Creo y solo creo que a veces estás triste. Creo y solo creo que algún día te darás cuenta de que ese no eres tú. Creo y solo creo que volverás. Pero igual no es creer. Igual es querer. Y yo ya no tengo tiempo para credenciales. O para querencias. Yo ya no tengo tiempo. Y creo y solo creo que no es justo que me manches el recuerdo que tengo de ti. Porque es lo único que tengo de ti.

18 noviembre 2013

Día 97 fuera de casa.

Que me pregunten, "¿A dónde vas?", y responder, con una sonrisa y los ojos vidriosos "A casa", y que sea verdad.

07 noviembre 2013

Día 86 fuera de casa.

No son pocas las veces que una sola canción me ha inspirado para escribir mil entradas. No son pocas las veces que una sola canción me ha transportado a miles de kilómetros lejos de mí, a miles de momentos atrás y miles de futuros momentos. No son pocas las veces que una sola canción me ha devuelto las ganas de vivir que otras personas me habían quitado. No son pocas las veces que una sola canción ha puesto su hombro para que llore sobre él. No son pocas las veces que una sola canción me ha ofrecido su mano para levantarme del suelo. No son pocas, no.