28 agosto 2014

Motas de polvo.

Ni todo lo blanco es blanco, ni todo lo negro es negro. Es más, puede que nada de lo que parece blanco sea en realidad blanco, igual es verde, o morado. Igual es rojo. Las circunstancias hacen del verde parecer blanco, las circunstancias en aquel momento hicieron de su mente un caos, un absoluto y tremendo desastre, que no sabía cómo empezar a recoger las motas de polvo despendoladas por la habitación.
Hace ya tiempo que llegué a casa, pero no he pasado mucho por ella, quizás sea por eso por lo que ya parece extraña, por lo que ningún sitio es cercano ahora. Y es que ya no puedo escribir, mi mente vaga por un mundo que no existe, que igual nunca existió, pero que al parecer no pretende desaparecer jamás.
Y lo único que hago es escupir palabras, versos, párrafos cargados de inutilidad, hostilidad y desesperación.
Nada que sirva para crear algo que merezca la pena. Merecer la pena es un término demasiado desgastado.
Me gustaría poder decir más, poder decirme más a mí misma, pero las circunstancias del momento me impiden seguir intentando explicarme qué es lo que hice para acabar así.