03 noviembre 2014

RUIDO.

Poder ser sin tener que ser, eso es. El poder de la capacidad de todo, de la absurdidad, el poder de columpiarse hasta el infinito y más allá, y llegar al más allá. No entiendo qué está pasando cuando pasa el tiempo, solo oigo las agujas de un reloj haciendo tic-tac. Lo he escuchado tanto que se ha quedado impregnado en mi mente, me persigue, tic-tac solo oigo tic-tac, cuando duermo, cuando no duermo. Y ya no puedo, necesito sacármelo de la cabeza, uno de los dos tiene que desaparecer. Oigo voces que me impulsan al gran salto, otras me incitan a la inexpresión. No sé si tengo que elegir entre las dos, o elegirlas a ambas, o a ninguna. Saltar inexpresivamente. Quedarse quieta saltando. Movimiento, la nada y el todo. Pensamientos arbitrarios, decisiones erróneas, conclusiones dolorosas. Lo primero que se me pasa por la cabeza. Miedo a que todo vuelva a ser mentira, a escuchar otra vez el tic-tac, las palabras que me helaron un día. Miedo a no volver a creer, a no encontrar nunca nada en lo que creer, nada que querer. Descubrir cómo es realmente la realidad y volverme loca, no entender lo que está sucediendo. Corazón de Piedra. Trucos para sobrevivir y para seguir odiando todo que me hace parecer mejor. Uno de los dos tiene que desaparecer. Tic-tac. Camúflate entre el ruido.

14 septiembre 2014

Los perdidos encontrados.

Nosotros, los que estamos ahora, los que estaremos luego, los que nunca estuvimos ayer. Los que odiamos hacer la cama, los que trasnochamos y nunca madrugamos, los que escuchamos música para no escucharnos a nosotros mismos. Perdidos, anclados en el suelo, sin llegar a tocarlo. Un soplo de aire podría derrumbarnos, somos débiles, frágiles, egoístas y siempre pecamos de atrevimiento. Los decepcionados antes de tiempo, los caídos, los tristes. Los que cometemos siempre el mismo error, y lo sabemos, y nunca cambiamos. Nos hemos convertido en ese error. Ya no es un error, ahora es una armadura, un escudo, una lanza. Un impulso, para salir de nosotros. Un error que nos llevará a la victoria.

28 agosto 2014

Motas de polvo.

Ni todo lo blanco es blanco, ni todo lo negro es negro. Es más, puede que nada de lo que parece blanco sea en realidad blanco, igual es verde, o morado. Igual es rojo. Las circunstancias hacen del verde parecer blanco, las circunstancias en aquel momento hicieron de su mente un caos, un absoluto y tremendo desastre, que no sabía cómo empezar a recoger las motas de polvo despendoladas por la habitación.
Hace ya tiempo que llegué a casa, pero no he pasado mucho por ella, quizás sea por eso por lo que ya parece extraña, por lo que ningún sitio es cercano ahora. Y es que ya no puedo escribir, mi mente vaga por un mundo que no existe, que igual nunca existió, pero que al parecer no pretende desaparecer jamás.
Y lo único que hago es escupir palabras, versos, párrafos cargados de inutilidad, hostilidad y desesperación.
Nada que sirva para crear algo que merezca la pena. Merecer la pena es un término demasiado desgastado.
Me gustaría poder decir más, poder decirme más a mí misma, pero las circunstancias del momento me impiden seguir intentando explicarme qué es lo que hice para acabar así.

22 abril 2014

Día 253 fuera de casa.

Una mirada un día me atrapó mientras vagabundeaba las calles, sin siquiera saber qué buscar, sin querer encontrar nada, pero encontrando. Un azul tan claro que, aunque se me incrustaba en mi más hondo pensamiento, no dolía.  Cautiva, abría más mis ojos para llenarme de aquel raro elixir de sabor amargo, pero terminado dulce. Apartaba mi mirada de la suya, pero como perro que vuelve a por otro cacho de hueso, yo volvía a por otro trozo de mi pequeña felicidad. Una felicidad de un azul tan puro, que el cielo se quedaba sin color, que el mar ya no era digno de admirar. Un azul que sacudía, que te azotaba la cara, un azul que no era simplemente azul. Olvidé entonces todo lo que me rodeaba, no solo lo físico; me olvidé a mí misma, me olvidé de existir y mi corazón ya no recordaba cómo latir, mis pulmones cómo respirar. Me olvidé de hablar, me olvidé de quién era, de quién eran todos. Por un momento, pensé que el mundo había cobrado todo el sentido que había perdido meses atrás, que por fin algo de luz empezaba a guiarme en el túnel en el que me había quedado estancada hacía un tiempo. Por un momento pensé que me pertenecías, de la forma en la que las raíces de un árbol pertenecen a la tierra, de la forma en la que un bebé pertenece a su madre, de la misma forma en la que había visto pertenecerse a dos amantes una noche.
Meses, años parecían haber pasado, pero lo cierto era que todo aquello solo pertenecía a un instante, y que,  probablemente, la única forma de tenerte fuese escribiéndote en unas simples líneas que nadie leyese jamás. Cuando recordé al fin cómo volver a ver, cuando recordé cómo se respiraba, abrí mis ojos y el azul se había ido. Mi corazón, que se había encogido al ser cautivado por tu azul, ahora parecía hundirse dentro de mí. Esperaba, sin querer buscar nada, sin querer encontrar nada, volver a ser cautivo de un color momentáneo.

Amores a primera vista.

13 marzo 2014

Día 213 fuera de casa.

Siento que estamos perdiéndonos en las palabras que otros nos dijeron hace tiempo. Nos aconsejaron cómo caminar y nos vemos intentando coordinar nuestras piernas para hacer el menor ruido posible. Nos dijeron lo que teníamos que hacer para llevar una vida exitosa, para destacar y a la vez no destacar. Y lo más curioso, es que, nosotros, los que siempre fuimos llamados soñadores aunque no quisiéramos nombres que nos definieran, los que dijimos que nadie nunca jamás nos dictaría nuestro futuro o nuestro presente, los que alzamos un día la voz, somos los que estamos callando. Y nos caemos en el pozo de la desesperación, intentando alzar nuestras manos y agarrarnos a lo que nos han enseñado que es una vida apropiada y feliz. Y cuando no podemos alcanzarlo, nos vemos rodeados de muros por todas partes sin poder salir. Pero es que no nos damos cuenta de que lo que digan los demás no importa lo más mínimo. No importa nada. El pozo no existe, solo tienes que dejar otra vez volar tu imaginación, dejar de escuchar y hablarte de vez en cuando a ti mismo.

08 marzo 2014

Día 208 fuera de casa

I couldn't help my eyes;
sometimes green,
sometimes black.
I couldn't get along with the dark.
You were still here and now,
now who knows where you are.
This room is not mine,
or maybe it's me the one
that thinks dreams can last.
No more comfort.
No more past.
It's no longer with us.

05 marzo 2014

Día 204 fuera de casa.

Se había cansado el pájaro de volar y de repente, sus alas dejaron de funcionar. Yo me había cansado de esperar, así que cerré mis puertas. Si alguien quiere volver a entrar, que coja una llave, pero no se hacen copias. Estaba cansada del mundo. Cansada de las repeticiones, de los días que acababan y volvían a empezar en el mismo sitio. Me pesaba el corazón, y los pulmones, y me costaba respirar. Era como si en mis párpados cargase todo el peso de la humanidad, como si alguien lo hubiera olvidado ahí, sin darse cuenta de que era demasiado. Intentaba mantener los ojos abiertos, pues era en los sueños donde te volvía a ver, y ya no podía permitirme el privilegio de malgastar mis lágrimas. Intentaba sujetar un peso que no era mío, intentaba apagar un incendio que ni siquiera podía oler. Y todo sin cerrar los ojos. No te duermas, me susurraba, no te duermas.
Pero como la piedra que tiras al río y se hunde poco a poco, o como un papel que baila con el viento y que finalmente acaba en una esquina de un callejón, me dormí.Y nunca pensé que soñaría con algo que no fueses tú, pero soñé con mi rescate. Soñé con volar, y las alas del pájaro volvieron a funcionar

22 enero 2014

Día 163 fuera de casa.

Puede que sean unas notas en una guitarra, la letra de una canción que sonó una vez cuando estábamos juntas, una tarde de domingo. Puede que sea una película, un chico que nos parecía guapo, una foto vieja, una serie, un batido de oreo, una heladería, un paseo por la playa, una excursión, unos pendientes, una tarde rodando por la hierba. Puede que sean unas zapatillas que te dejé una vez, una palabra que nos inventamos, una discusión que tuvimos. Igual fueron esas lágrimas al despedirnos, o las dos pizzas que nos comimos una tarde juntas. Puede que sean todos los secretos que compartimos, o el asco al mundo que le cogemos a veces. Puede incluso que sean todos esos años en los que no estábamos tan unidas, o quién sabe, igual es el tiempo que sí lo hemos estado. Un dibujo, una pulsera, una goma de pelo, una noche sin dormir, unas fiestas de un pueblo. Puede que sean los años de catequesis, o a lo mejor que nuestras familias son jodidamente iguales. Puede que fuese María Luisa, los 'a buenas horas mangas verdes', el discurso en Alcalá de Henares, o igual fuesen todos los bailes del chotis. A veces incluso he pensado en la quiché. Iván el de violín. Los Ruf. La graduación de nuestros hermanos. Te lo juro, no lo sé, lo he pensado mil veces y aún no sé qué fue lo que hizo que me tocase la lotería de tenerte en mi vida. Cuando sé que podría prescindir de todo el mundo menos de ti, cuando sé que daría mi vida por ti, cuando mi definición de amistad empieza por tu nombre, es cuando me doy cuenta de que tú eres yo, y yo soy tú. Y de que somos una, y nadie nos separará, porque es físicamente imposible que me puedan separar de alguien que forma parte de mí, que me completa.

Dicen que es difícil encontrar al amor de tu vida, que enamorarse es lo mejor que te puede pasar. Pero yo creo que una amistad como la nuestra está fuera del alcance de muchos, y que, por ello, por su escasez, tiene mucho más valor que todos los amores del mundo. 

21 enero 2014

Día 162 fuera de casa.

Me preocupo por cosas que otros creen importantes. Me ponen entre dos paredes que poco a poco se van acercando, poco a poco van presionándome más. Intentan que escoja, que decida mi futuro en tan solo unos escasos segundos. Estudia, mantén en orden tu habitación, enamórate, cuidado con las malas influencias, no tomes decisiones arriesgadas, haz deporte, saca buenas notas, viste de forma apropiada, sácate el carnet de conducir, elige una carrera, elige una persona con la que estar el resto de tu vida. 
Pero yo no quiero, no quiero vivir las preocupaciones de los demás. Quiero hacer lo inesperado, quiero ser impredecible, quiero ser libre, quiero que todos seamos libres. Quiero correr hasta cansarme y no parar. Quiero tomar todas las malas decisiones, quiero ir por todos los malos caminos. Quiero ser aplastada, quiero sentirme sola, quiero sentirme abandonada y completamente inútil. Porque una vez sentido la desesperación, una vez sentido todo lo malo, una vez sentido el pinchazo de las afiladas agujas, solo queda la morfina que empieza a recorrer tus venas. Solo queda lo bueno. Dejemos lo bueno para el final. Dejémonos llevar por el cauce del río; sintiendo los golpes de las rocas al principio, los choques en cada meandro, los raspones contra el fondo del suelo; para luego, después de haber experimentado todo el dolor, podamos llegar finalmente al océano, donde poder calmar nuestros cuerpos, donde poder disfrutar finalmente, y de forma plena, de todo el transcurso de nuestras vidas.

12 enero 2014

Día 153 fuera de casa.

A mitad del trayecto, aquella hormiga se giró un momento, para contemplar el largo camino que llevaba andando durante días. Había esquivado suelas de pies gigantes, que sin más ánimo que seguir sus caminos, habían estado apunto de pisarla. Había visto cosas que nunca habría visto en su hormiguero; había visto flores extrañísimas, había visto el sol desde todos los ángulos, había caminado por tierra, por hierba, por piedra, incluso algunas veces por carretera. Había hecho amigos increíbles, muy diferentes a ella, pero sorprendentemente agradables. También había estado cansada muchos días. Le había costado seguir caminando los días de lluvia. Pero ahora miraba hacia atrás y, en fin, estaba orgullosa de sí misma. No veía el final de su trayecto aún, pero sabía que cosas mejores iban a suceder, y que de vuelta al hormiguero todos querrían saber cada detalle de su largo y extraordinario viaje. 

Sé que es una metáfora muy cutre y un poco mala, pero es todo lo que me apetece pensar un domingo noche después de un ajetreado fin de semana. Sin nada más que añadir, que disfruten de su viaje.

01 enero 2014

Día 142 fuera de casa.

Demasiado tiempo encerrada en la misma habitación. Pero no yo, sino mi mente, o mi corazón; ya no me acuerdo. Te despiertas y ves las mismas paredes, y el mismo techo. Y no te levantas, te quedas tumbada, por si acaso te mareas al poner un pie en el suelo. En cambio te gusta, esa sensación de haber llegado a donde siempre habías querido llegar. La habitación de las torturas para ti es el Paraíso. Hasta eres feliz, ¿hasta eres feliz? Te embriaga la idea de al fin tener algo tangible, algo que es real.
Liberación. Golpes. Indiferencia frente a los golpes.
Has sido informada de las consecuencias de quedarte tumbada. No te importa, estás tan feliz, ¿estás tan feliz? Apuesto que ni sabes que hay ventanas. Sí, y puedes mirar a través de ellas, y ¿sabes lo que hay ahí fuera? Yo tampoco.
Confusión. Golpes. Indiferencia frente a los golpes.
Necesitas levantarte como puedas, pero el tiempo ha machacado ya tus músculos. Ya no te acuerdas. No recuerdas cómo lo hiciste en el pasado. Como si de cenizas se tratasen. Como si fueras aire. No puedes moverte.
Angustia. Golpes. Frustración frente a los golpes.
¿Qué hay tras la ventana? Parece todo tan desierto, todo tan solitario. Pero ya no puedes quedarte en esa habitación. Te destruiría. Tus órganos se deteriorarían. Los pequeños agujeros en tu nuca empezarían a ensancharse, y su tamaño sería suficiente para el tránsito de los pequeños bichitos que ansían eso que algunos llaman alma. No. No más. Abre la ventana. No vuelvas a tumbarte... No otra vez.

Impasibilidad. Demencia. Nada fluye ya. Nada viene, nada va. Nada. Si tan solo hubieras abierto aquella ventana. Si tan solo hubieras escuchado las voces desde el exterior. Ya no hay golpes. Ya no estás.