Se había cansado el pájaro de volar y de repente, sus alas dejaron de funcionar. Yo me había cansado de esperar, así que cerré mis puertas. Si alguien quiere volver a entrar, que coja una llave, pero no se hacen copias. Estaba cansada del mundo. Cansada de las repeticiones, de los días que acababan y volvían a empezar en el mismo sitio. Me pesaba el corazón, y los pulmones, y me costaba respirar. Era como si en mis párpados cargase todo el peso de la humanidad, como si alguien lo hubiera olvidado ahí, sin darse cuenta de que era demasiado. Intentaba mantener los ojos abiertos, pues era en los sueños donde te volvía a ver, y ya no podía permitirme el privilegio de malgastar mis lágrimas. Intentaba sujetar un peso que no era mío, intentaba apagar un incendio que ni siquiera podía oler. Y todo sin cerrar los ojos. No te duermas, me susurraba, no te duermas.
Pero como la piedra que tiras al río y se hunde poco a poco, o como un papel que baila con el viento y que finalmente acaba en una esquina de un callejón, me dormí.Y nunca pensé que soñaría con algo que no fueses tú, pero soñé con mi rescate. Soñé con volar, y las alas del pájaro volvieron a funcionar.
05 marzo 2014
Día 204 fuera de casa.
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