13 marzo 2014
Día 213 fuera de casa.
Siento que estamos perdiéndonos en las palabras que otros nos dijeron hace tiempo. Nos aconsejaron cómo caminar y nos vemos intentando coordinar nuestras piernas para hacer el menor ruido posible. Nos dijeron lo que teníamos que hacer para llevar una vida exitosa, para destacar y a la vez no destacar. Y lo más curioso, es que, nosotros, los que siempre fuimos llamados soñadores aunque no quisiéramos nombres que nos definieran, los que dijimos que nadie nunca jamás nos dictaría nuestro futuro o nuestro presente, los que alzamos un día la voz, somos los que estamos callando. Y nos caemos en el pozo de la desesperación, intentando alzar nuestras manos y agarrarnos a lo que nos han enseñado que es una vida apropiada y feliz. Y cuando no podemos alcanzarlo, nos vemos rodeados de muros por todas partes sin poder salir. Pero es que no nos damos cuenta de que lo que digan los demás no importa lo más mínimo. No importa nada. El pozo no existe, solo tienes que dejar otra vez volar tu imaginación, dejar de escuchar y hablarte de vez en cuando a ti mismo.
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