Y de repente te vas acostumbrando, dejas de pensar en lo que estarán haciendo los demás y piensas en lo que haces tú. No, no es egoísmo, es instinto de supervivencia. Sientes que te amoldas a las cosas. Sientes que puede que seas feliz. Sientes. La brisa de los bosques de Virginia, la amabilidad y a la vez locura de las mujeres de Jersey. Los lametazos de Lilly en las rodillas. Sientes. Te dejas sentir. Quieres seguir sintiendo. Y, simplemente, lo haces.
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